La importancia de la unión en el sector empresarial (Editorial)
La adversidad templa el carácter. Un ejemplo perfecto de esta afirmación es el estado de Chihuahua: una tierra desértica donde, a pesar del clima extremoso y la constante sequía, se ha logrado construir una economía sólida y diversificada. Chihuahua destaca a nivel nacional en rubros como la exportación de ganado en pie y la producción de manzana, alfalfa, cebolla, chile verde y nuez, entre muchos otros. Esto no es casualidad. Es el resultado de una cultura de trabajo duro, visión compartida y, sobre todo, colaboración.

Jorge Treviño
La adversidad templa el carácter. Un ejemplo perfecto de esta afirmación es el estado de Chihuahua: una tierra desértica donde, a pesar del clima extremoso y la constante sequía, se ha logrado construir una economía sólida y diversificada. Chihuahua destaca a nivel nacional en rubros como la exportación de ganado en pie y la producción de manzana, alfalfa, cebolla, chile verde y nuez, entre muchos otros. Esto no es casualidad. Es el resultado de una cultura de trabajo duro, visión compartida y, sobre todo, colaboración.
Un caso emblemático de esta colaboración es la creación de la Fundación del Empresariado Chihuahuense (FECHAC), organización que se ha convertido en un referente a nivel mundial, y es prueba de que, cuando los sectores público, privado y social se coordinan y trabajan de la mano, pueden generar resultados extraordinarios y duraderos en beneficio de todos.
En esta misma línea, la ciudad de Chihuahua ha vivido una transformación positiva en los últimos años, gracias a la colaboración entre el sector productivo y el gobierno. Esta sinergia ha permitido que nuestra ciudad se ubique entre las más competitivas del país, y al mismo tiempo, entre las mejores para vivir. Nada de esto sería posible sin una visión de largo plazo, basada en confianza, diálogo y objetivos comunes.
Pero hoy México enfrenta un entorno mucho más complejo. Nos encontramos en medio de una coyuntura nacional difícil, con un crecimiento económico estancado, una creciente inseguridad y una serie de reformas de instituciones que han sido clave para la estabilidad y el desarrollo del país. Estamos ante una situación que exige mucho más que buenos deseos: exige acción, liderazgo y unidad.
Es muy probable que lo que funcionó en el pasado ya no sea suficiente. Por eso, este es un momento de inflexión. Un punto en el que debemos decidir si damos un paso adelante, sacamos la casta y nos fortalecemos como comunidad... o si permitimos que el contexto nos rebase.
Esta semana se llevó a cabo la asamblea del Consejo Coordinador Empresarial (CCE) de Chihuahua para la renovación de su presidencia. Salió Federico Baeza Mares, a quien reconocemos por su gran labor; y entró Leopoldo Mares Delgado, quien cuenta con un fuerte respaldo de la comunidad empresarial. El evento tuvo una asistencia notable, reflejo claro del reconocimiento y el compromiso que el empresariado y la comunidad tiene con el Consejo y con el futuro de Chihuahua.
Retomando la idea con la que inicié esta reflexión: en Chihuahua hemos demostrado que sabemos enfrentar la adversidad. Este momento es ideal para reforzar la coordinación entre organismos empresariales y, posteriormente, construir puentes sólidos con el sector público.
El CCE está llamado a ser el gran articulador de esta unidad, aprovechando la fuerza de cada organismo y alineando esfuerzos hacia objetivos comunes. Pero para que funcione, debe existir una amplia representatividad: se necesita que TODOS los organismos empresariales se sumen. Solo así, como en los mejores momentos de nuestra historia, podremos enfrentar con éxito los desafíos, con inteligencia y rumbo claro, y construir el futuro que queremos.